"La muerte es una ventana demasiado alta. Nadie puede asomarse, ni quién sepa qué diablos hay del otro lado. Se habla de paraísos, reencarnaciones y avernos, y ante tanto misterio hay quien prefiere asumir que no existe sino un vacío interminable. Una nada tan ancha y tan total que nunca más se vuelve de sus brazos polares. Y ése es el miedo con el que algunos crecemos: que al morir simplemente dejemos de existir, que no queden más que unas cuantas huellas que se vayan borrando con los días, los meses o los años, hasta que sea como si jamás hubiésemos estado".
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